lunes, 18 de octubre de 2010

Tus sueños que sigo imaginando





La muerte de Jonh Lennon, tramada a la sombra del odio, lo había borrado como sujeto peligroso para el sistema relegándolo al espacio a donde van a parar los que en la sociedad norteamericana reciben el estigma de seres no deseados. Ahora, parece que de nuevo el ex Beattle es objetivo priorizado de la justicia norteamericana




Por Orlando Ruiz Ruiz
El periódico mexicano La Jornada daba cuenta de un hecho insólito en su edición del pasado 8 de octubre: “La Oficina Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI) (por sus siglas en inglés) incautó las huellas dactilares de John Lennon de la tienda Gotta have it!, en Manhattan. La muestra dactiloscópica formaba parte de una serie de objetos del célebre cantante que se subastarían al día siguiente en ocasión de su 70 cumpleaños, y  data de 1976, cuando se le tomó como parte de su solicitud de ciudadanía”.
La tarjeta en cuestión, confiscada en el establecimiento comercial, contiene además una firma y el nombre John Winston Ono Lennon, según detalla por su parte The New York Times, en un despacho donde agrega que a principios de los años 70 del siglo anterior el compositor estuvo bajo vigilancia de la FBI por su activismo contra la guerra, y que durante el verano de 1976 el abogado de inmigración de Lennon traía consigo papeles, incluida una tarjeta con huellas dactilares, y que esta le fue robada.
Pero la gran sorpresa es que para la FBI no está cerrado el caso, no obstante que desde hace ya mucho tiempo el autor de la antológica pieza musical Imagine aparentemente no figuraba en el interés de las instituciones estadounidenses. Con su muerte, tramada a la sombra del odio, había sido borrado como sujeto peligroso para el sistema y  relegado al espacio a donde van a parar los que en la sociedad norteamericana reciben el estigma de seres no deseados. Ahora, parece que de nuevo el ex Beattle es objetivo priorizado de la justicia norteamericana.
¿Será acaso que su presencia de bronce, sentado en un pintoresco parque de La Habana, le ha ido devolviendo poco a poco a John Lennon los rasgos “subversivos” a los ojos del Imperio?
Sucede, como lo cuenta un visitante, que a cualquier hora del día al lado de la estatua se sientan las personas, y tal parece que él conversa con los recién llegados. Nunca falta alguien que deja una flor, una pareja de recién casados que se sacan fotos abrazados al músico, una joven que le toca las manos o turistas que se acercan y le hablan en japonés o alemán, como si este Lennon habanero entendiera cualquier idioma.
¿Habrán descubierto acaso en Washington que existe un “amenazador” paralelismo histórico que enmarca en el mismo día de octubre el nacimiento de Lennon y la muerte heroica de Ernesto Guevara. El emblemático músico había nacido el 9 de octubre de 1940, mientras el Ché caía asesinado ese mismo día, 27 años después, tras haber sido herido en combate la víspera.
De todos modos, a lo que temen es a la fuerza inmortal de los sueños de justicia que animaron el pensamiento del cantor emblemático que formó parte del grupo que imprimió nuevo ritmo y sentido a la música en todas las latitudes. No podrán perdonarle nunca su aspiración de conquistar un mundo mejor y más justo.
Yo sí puedo asegurar que el parque de Lennon, en el Vedado habanero, tiene un magnetismo especial. Cada día me detengo allí, donde el músico parece repetir la letra de su canción Imagine, la antológica pieza que hoy está escrita sobre la piedra donde apoya los pies de bronce. Entonces evoco también al Che, con quien, como millones de jóvenes de mi país, anduve un día en marcha combatiente  por las calles de La Habana, vigilé en las trincheras, realicé trabajo voluntario en cañaverales y fábricas, y repetí, cuando ya no estuvo entre nosotros, su ¡Hasta la victoria siempre!
A despecho del recelo que hace temer todavía a los representantes del poder imperial cuando se menciona el nombre del Che o el de Lennon, soy también de los que continúa entonando con orgullo la letra que quizás contribuyó a poner en peligro la vida del joven músico de la banda de Liverpool. 
Imagina que no hay cielo
es fácil si lo intentas
ningún infierno bajo nosotros
sobre nosotros solo cielo
imagina a toda la gente
viviendo para hoy...

Imagina que no hay países
no es difícil de hacer
nada por que matar o morir
ni tampoco religión
imagina a toda la gente
viviendo la vida en paz...

Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te nos unas
y el mundo será uno.

Imagina nada de posesiones
me pregunto si puedes
ninguna necesidad de avaricia o ansias
una hermandad del hombre
imagina a toda la gente
compartiendo todo el mundo...

Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te nos unas
y el mundo vivirá como uno.

sábado, 2 de octubre de 2010

Otra vez la garra peluda


Por Orlando Ruiz Ruiz

“El fondo del intento del golpe de Estado es atacar a los Gobiernos progresistas de América Latina; ningún país de la región está exento de sufrir una desestabilización. Por eso ayer la unidad fue total”, expresó en palabras de trascendental significado el canciller argentino, Héctor Timerman, ante la bárbara agresión a la democracia que buscó poner fin el pasado jueves en Ecuador al gobierno de Rafael Correa.
Y así ha ocurrido a través de la historia. Siempre que la acción revolucionaria ha tratado de quebrar la dependencia con el Norte y el sometimiento de nuestros pueblos a los designios de la prepotencia estadounidense, la garra peluda ha asomado oculta bajo los más disímiles ropajes.
Augusto César Sandino, Jacobo Arbenz, Omar Torrijos, Salvador Allende, Hugo Chávez, José Manuel Zelaya, por solo citar algunos, han sido víctimas, de un modo u otro y en distintos momentos, de la estrategia criminal trazada por Washington y ejecutada por los secuaces oligárquicos, que desde siempre han saqueado a nuestras naciones y que no se resignan a ver en calma cómo los pueblos se emancipan, impidiéndoles seguir con su tradicional apropiación de las riquezas que en nada han contribuido a forjar.
Pero lo más trascendental, y que se ha puesto de manifiesto ante la cavernícola acción contra el presidente Correa, ha sido precisamente esa “unidad total”; real, diría yo, de que hablaba el canciller argentino, materializada entre todos los países de nuestra área geográfica.
En la reunión de emergencia de los presidentes de los países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), celebrada la propia noche del golpe (jueves 30 de septiembre) en la capital argentina, los mandatarios integrantes de la organización regional dejaron a un lado sus divergencias internas y sus diferencias ideológicas para repudiar de manera contundente la sublevación contra Correa y advertir que no permitirán tentaciones desestabilizadoras en ninguno de nuestros países.
La declaración de Buenos Aires advierte que Unasur  "no tolerará bajo ningún concepto cualquier nuevo desafío a la autoridad constitucional ni intento de golpe al poder civil legítimamente elegido", en lo que deviene hecho sin precedentes que marca la pauta de un nuevo modo de encarar los desafíos a que están sujetas nuestras naciones del Sur si quieren de veras sobrevivir. Parece ser que nadie duda ya de que el peligro real existe.
En franca advertencia a quienes osen violentar la soberanía y la constitucionalidad de cualquiera de las naciones de Latinoamérica, hubo unanimidad en determinar que “en
caso de nuevos sucesos como los ocurridos en Ecuador, “adoptarán medidas concretas e inmediatas, tales como cierres de fronteras, suspensión del comercio, tráfico aéreo, provisión de energía y servicios".
La cita de Buenos Aires había sido convocada de urgencia por la presidenta argentina, Cristina Fernández, y su esposo, el ex gobernante Néstor Kirchner, en su calidad de secretario general de Unasur, apenas unas horas después del inicio de la intentona en Quito. Cancilleres de los países miembros de la Unión viajaron posteriormente a la capital ecuatoriana para expresar su respaldo a Correa.
Así quedaba concluido un capítulo del que los enemigos de la democracia deben sacar experiencia. Los caminos del golpismo comienzan a cerrarse, aun cuando en América Latina falte mucho todavía para consolidar la verdadera democracia, hacer de la unidad un hecho cotidiano y alcanzar la necesaria independencia para marchar hacia el desarrollo.