sábado, 17 de julio de 2010

Un acto de soberanía


Si se hurga en el arremolinado universo noticioso de estos días, Cuba aparecerá de manera reiterada en remarcados espacios de agencias informativas, periódicos y cadenas de televisión, y en relación con ella los más diversos juicios, que elogian, satanizan o juzgan como una debilidad la posición responsable del Gobierno de la Isla,  al decidir la puesta en libertad de 52 reclusos contrarrevolucionarios,  encarcelados en el año 2003 tras un proceso judicial sujeto a las normas de la legislación vigente.
Por Orlando Ruiz Ruiz
Quienes habían sido juzgados hace siete años por los tribunales cubanos no son ciudadanos inocentes, sino mercenarios sujetos a la paga de una potencia extranjera a cuyo servicio se habían puesto sin el menor escrúpulo.
Las personas  que en cualquier latitud del planeta conocen la trayectoria de Cuba en materia de derechos han celebrado la atinada excarcelación de 52 reclusos, tras reunirse el presidente Raúl Castro con autoridades de la iglesia católica, porque, como ha dicho el colega Enrique Ubieta en un artículo publicado la pasada semana: "No hay debilidad en la disposición al diálogo, sino fortaleza. (…) El Gobierno de Cuba sabe conversar y tomar decisiones, sin presiones, ni chantajes, ni condiciones previas".
"Celebramos el éxito de este proceso. Es muy positivo. Estamos satisfechos y contentos", afirmó el ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Celso Amorín, al referirse a la medida, a la vez que la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Bolivia, Marianela Paco, dijo que "la decisión del Gobierno de Raúl Castro debe tener una reciprocidad internacional con el levantamiento del bloqueo", y Manuel María Mercedes, su par en la Comisión nacional de Derechos Humanos de la República Dominicana, ponderó las excarcelaciones y pidió a la Unión Europea y a Estados Unidos flexibilidad hacia Cuba. "Lo más importante es el gesto del Gobierno cubano de ponerlos en libertad", subrayó.
Otras muchas personalidades se han pronunciado en los mismos términos. Pero los que tratan de seguir atizando el fuego de la disidencia artificial fabricada en Cuba por Estados Unidos y alentada desde las madrigueras truculentas de la mafia cubano-americana de Miami, ven en este proceso un peligro que puede obstaculizar sus viejas  intenciones de desestabilizar al Gobierno de la Isla.
Lejos de reconocer la trascendencia de la decisión unilateral y sin condiciones adoptada por Cuba, la representante Ileana Ros-Lehtinen, principal legisladora del Partido Republicano en el Comité de Asuntos Exteriores de la cámara baja de Estados Unidos, ha dicho para tratar de restar mérito a las excarcelaciones y justificar la validez del bloqueo criminal impuesto a la Isla: "Mientras no se legalice a todos los partidos políticos, sindicatos y medios independientes; mientras el pueblo cubano no pueda ejercer sus derechos universales, libre de coerciones e intimidación, debemos ejercer la máxima presión sobre la tiranía cubana",
¿Ignora acaso esta vocera furibunda de los peores intereses en Norteamérica que los individuos ahora puestos en libertad en un gesto humanista sin precedentes, no son políticos ni forman parte en realidad de partido alguno que represente a sectores de la sociedad, aunque sean minoritarios? Tampoco son sindicalistas, ni siquiera trabajan, que es condición esencial en cualquier país para afiliarse a una organización obrera, sino que viven del dinero que reciben como paga por manifestarse en contra de la Revolución.
Valdría la pena preguntarle también a Iliana Ross y a los que como ella cierran los ojos a la verdad por defender mezquinas ambiciones, ¿dónde han materializado su ejercicio periodístico los que dentro del grupo se  autotitulan profesionales de la prensa? Nadie los conoce en el ámbito de nuestros medios ni hay antecedente alguno que acredite tal condición a estos ahora "periodistas independientes", que jamás han vivido del honroso oficio de informar.
Como ha dicho también con certera precisión el colega Enrique Ubieta "El mayor obstáculo para la liberación de esos presos --juzgados y condenados por tribunales cubanos, según las leyes del país--, era precisamente la clara intención de chantaje de una campaña mediática que las grandes corporaciones de prensa y la derecha europea y norteamericana habían promovido de forma irresponsable".
 No fue la postura de Guillermo Fariñas, declarándose en huelga de hambre de manera irresponsable la causa que  llevó al Gobierno de Cuba a poner en libertad a 52 prisioneros que cumplían condenas justas en correspondencia con los delitos cometidos. "Su actitud nunca hubiese conducido a la obtención de los resultados que esperaba", como ha dicho Ubieta. "Qué triste es que un hombre exponga su vida, sin saber acaso que otros manipulan sus sentimientos, planifican las ganancias posibles de su sacrificio, usan su empecinamiento con fines espurios. Qué triste es –con tantas causas justas, imprescindibles, en este mundo esencialmente injusto--, que un hombre arriesgue su vida por el bienestar personal de un puñado de pillos y de un estado imperialista. Que un hombre apueste a la muerte para derrotar a un país que lucha a contracorriente por la vida".
Entre la telaraña de mentiras, la verdad de Cuba se abre paso. Y como ha expresado el destacado intelectual  Manuel E. Yepe: "Esta excarcelación tampoco ha sido del agrado de los beneficiarios de la "industria del odio" que administra la ultraderecha de cubanos radicados en el Sur de la Florida, porque nota que se le acaba el tiempo, sin más `héroes´ que los demasiado conocidos, como el terrorista Posada Carriles y los congresistas batistianos, cada vez más desacreditados y más descontentos de la realidad cubana".
Poner en libertad a 52 mercenarios que un día decidieron por dinero realizar la vil misión de denigrar a su patria, evidencia la fortaleza moral del Gobierno cubano y es, ante todo, un acto de soberanía.


domingo, 11 de julio de 2010

San Antonio de mi amor


Por Orlando Ruiz Ruiz

Cuando uno anda por estas tierras de La Habana, y piensa en sus pueblitos entrañables, no puede evitar ocurrencias que vale la pena contar.
Por ejemplo, yo he imaginado que San Antonio, así a secas, nunca será el nombre de esa villa singular acurrucada entre el verde de la campiña y el azul que la cobija; porque las tantas razones de su historia, hecha de matices inenarrables, aseguran con sustentación de sabios que San Antonio de los Baños bien pudiera ser también San Antonio del Humor, o acaso, San Antonio del Ariguanabo.
Y es que hay en este rincón alegre de la tierra habanera como una pasión perenne que se escurre entre los cristales del río y las mil y una caricaturas que guarda el Museo del Humor.
Los ariguanabenses se descubren, incluso lejos de su tierra, porque son hombres y mujeres de espontaneidad y sonrisa que te anuncian buena voluntad. Del pueblo en que habitan traen la anécdota de la Conspiración de las Viajacas, las leyendas de los baños vivificadores del río marcado por viejos cuentos de amor, o la historia del arte que enalteció a Abela y a Quidiello; pero, sobre todo, porque te ofrecen su picardía mezclada con la gloria de haber nacido en San Antonio del Humor.
Cuando alguien defiende que es hijo de San Antonio del Ariguanabo, lo hace con una mirada honda, extendida desde las copas altas de esos árboles del bosque martiano plantando con certidumbre amorosa por el buen Felo, ese martiano inveterado, que cómo el memorable Lauzán, Silvio o Delarra, siente que haber llegado por donde hay un río es una marca única para andar por el mundo.
Así, aunque algunos desamorados se refieran a este pueblo de titiriteros geniales y cultura eterna, llamándolo simplemente San Antonio, siempre habrá una voz infinita que grite a los cuatro vientos, ¡San Antonio del Humor!, ¡San Antonio del Ariguanabo! O, también con el mismo amor, ¡San Antonio de los Baños!

viernes, 9 de julio de 2010

Surgidero de Batabanó: Donde habitan los dueños del mar














Por Orlando Ruiz Ruiz

En el sur de la tierra habanera, junto al golfo por donde Cristóbal Colón navegó en junio de 1494, hay un poblado donde cada casa tal parece untada de romance, leyenda y quietud. Es allí donde habitan los dueños del mar, labriegos de las olas que saben andar entre los fondos poblados de langostas y esponjas, arrebatándoselas con mano certera al espacio de penumbra azul donde habita Neptuno.
El azar quiso nombrar a este puerto Surgidero de Batabanó, como si también la evocadora denominación viniera a servir de luz para encaminarnos hasta su peculiar manera de existir y a su historia matizada de enigmas y sucesos guardados en la memoria popular y trasmitidos en los cuentos de cada abuelo.
Tal como lo recuerda el lamento atrapado en una vieja canción, “allá en el muelle de Surgidero partían los barcos dando un pitazo”; partían hacia la tristeza del presidio de Isla de Pinos.
Sobre este espigón arrastró también José Martí todo su dolor de desterrado con apenas 16 años y se sintieron un día los pasos de Fidel Castro cuando hombres desalmados trataron de anular su hidalguía tras las rejas del silencio, en una cárcel considerada modelo por los opresores de la nación.
Por una paradoja del azar, pocos años después de componer el casi místico Vals Sobre las Olas, su autor, Juventino Rosas Cadenas, vendría a morir envuelto en un halo de leyenda en el enigmático y remoto Surgidero de Batabanó.
El artista, que se dirigía hacia Nueva York junto a una compañía de afamados músicos, había llegado a este puerto cubano el 22 de junio de 1894, aquejado de una mortal dolencia, por lo que no se sintió en condiciones de reemprender el viaje. De inmediato fue ingresado en la casa quinta Nuestra Señora del Rosario, donde se extinguió su existencia.
Aunque envueltas hasta hace poco en las brumas de la especulación popular, varias historias describen de manera diferente el origen del vals Sobre las Olas. Pero es precisamente en Surgidero de Batabanó donde en 1994 se dan a conocer las reales motivaciones y detalles que marcan el nacimiento de la universal composición.
Hasta ese momento se suponía, según una de las versiones más difundidas, que el músico se inspiró en el murmullo de los manantiales de Contreras, en México, tal como otros aseguraban que el chispazo creador lo recibió cuando se bañaba en el riachuelo de La Magdalena en las cercanías de Ajusco.
También se ha escrito que lo concibió en Cuautepec, mientras miraba lavar en el río a Mariana Cerdillo, de quien estaba enamorado, pero la verdad acerca de esta pieza que ha recorrido el mundo en glorioso paralelismo con Danubio Azul, de Strauss, la reveló el periodista Andrés Clemente Vázquez en el diario El País el 26 de enero de 1894, según lo confirma un estudio realizado al respecto por el investigador cubano Hugo Barreiro.
“Sobre las Olas –relata Vázquez- lo escribió el compositor, enamorado y errabundo, en un bosquecillo de Cuautepec, poniéndole por nombre Junto al manantial; lo remitió en borradores a México, y allí el inexorable pueblo le estampó su nombre actual, con el cual ha de pasar a la postreridad.
En el centenario de la muerte del artista, a la vez que se sacaban a la luz las legítimas causas que lo inspiraron y las razones que lo dieron a conocer, se levantó en el puerto donde murió Juventino Rosas, y junto a la casita que conoció de sus últimos días de fiebre creadora, una escultura tallada sobre mármol rosado que evoca el mango de su inseparable violín.
Realidad y leyenda se entretejen en torno al efímero existir batabanoense del autor del vals Sobre las Olas, Se sabe por numerosos relatos que su presencia en este antiguo pueblo marinero dejó huellas entre quienes le conocieron que nunca se borrarán, y se cuenta incluso que aquí el músico hizo confesiones sobre el amor apasionado que en el bosquecillo de Cuautepec lo llevó a crear una de las más universales y conocidas piezas musicales.
El tiempo ha pasado y la historia ha hecho faena de duende inagotable en esta ribera de humildad y trabajo. Desde el mismo puerto se hacen hoy a la mar los más afamados pescadores de langosta cubanos para conducir sus barcos seguros hacia donde el crustáceo es más pródigo y la pesca más abundante. Aquí regresan también los esponjeros con la satisfacción en el brillo de sus ojos, para recibir la recompensa justa por el servicio de su labor.
Esponjeros y langosteros son hoy los dueños de esas aguas. Una nueva realidad tocó la humildad de sus casas; transformó sus barquichuelos y les demostró de veras que este golfo de riqueza y nostalgia conservará siempre sobre sus mansas aguas el murmullo arrullador del vals Sobre las Olas como un presagio de venturas.

martes, 6 de julio de 2010

Mi grito








Ahora que la amenaza de una potencial guerra atómica nos sobrecoge, no son pocas las personas en el mundo que alzan su voz denunciadora para condenar la deshumanización y la barbarie. Aprovecho también para elevar mi grito, y tomo prestada al colega Michel Contreras esta crónica triste y luminosa que aumenta la fuerza de mi garganta.


Mil grullas por la vida

Sadako Sasaki era una niña como las demás. Había nacido en Hiroshima, y tal vez al crecer se hubiera inclinado por la enfermería o el canto. Pero Sadako tuvo mala suerte, porque solo contaba dos años cuando una bomba inmensa devastó su ciudad, y ella quedó expuesta a los efectos de las radiaciones.
A los once, mientras correteaba con otras chiquillas, cayó al suelo. Entonces descubrieron que Sadako padecía leucemia, conocida como "enfermedad de la bomba A". Su sangre estaba enferma...
Chizuko Hamamoto, su amiga del alma, le recordó la vieja tradición del Senbazuru, según la cual si alguien realiza mil grullas de papel, los dioses le conceden un deseo. Y Sadako quería sanar, y volver a correr por el pasto, y se entregó a la creación de aquel millar de aves.
Pero no tuvo tiempo. Estuvo ingresada durante más de un año, y con el papel de los botes medicinales había completado 644 grullas cuando cerró los ojos para siempre.
Unos 65 años después, justo el siete de abril de 2010, los medios noticiosos dieron cuenta de la muerte del especialista en armamento Morris Jeppson, uno de los hombres encargados de lanzar aquella bomba en Hiroshima.
A bordo del bombardero Enola Gay, el entonces teniente del ejército norteamericano ayudó a sembrar la muerte en un poblado lleno de civiles. Un poblado donde aquel artefacto explosivo -equivalente a 13 kilotones de TNT- incendió el aire al provocar una bola de fuego de 256 metros de diámetro.
El estallido destrozó los cristales de ventanas localizadas a 16 kilómetros, y se escuchó mucho más lejos. Media hora después, comenzó a llover polvo y hollín, acompañados por partículas radiactivas. La ciudad estaba casi completamente destruida.
El presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, había ordenado la acción, empeñado en forzar la rendición japonesa y precipitar el fin de la Guerra Mundial. Un nuevo tipo de armamento había entrado en escena, y ello debía infundir el miedo en el mando nipón.
Mas, sin dar tiempo a la capitulación del enemigo, tres días después otra bomba asoló Nagasaki, territorio que –como Hiroshima- tenía un casi nulo valor militar. La muerte, allí, también hizo su agosto.
Se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 140 mil personas en Hiroshima y a 80 mil en Nagasaki, y que solo la mitad falleció en el momento de los bombardeos. El envenenamiento por radiación haría su trabajo con el resto.
(Tan tremendas nubes de hongo se elevaron hasta el cielo en aquellas desgraciadas ciudades, que mientras el Enola Gay se alejaba a toda velocidad de Hiroshima, el copiloto Robert Lewis no pudo contener la exclamación: "Dios mío ¿Qué hemos hecho?").
La humanidad no olvida. Por eso, Morris Jeppson será solo el nombre de un militar oscuro en los libros que cuentan la masacre, y Sadako Sasaki, el de una niña espléndida que quiso hacer mil grullas para evadir la muerte.
Nota: Desde 1958, una estatua recuerda a Sadako Sasaki en el Parque de la Paz de Hiroshima. En su base está escrito: "Éste es nuestro grito, ésta es nuestra plegaria; paz en el mundo".

sábado, 3 de julio de 2010

Otras bombas y la misma hambre




El mundo gasta por cada dólar contra la pobreza 10 en armas, aunque en el caso de los Estados Unidos la cifra se eleva a 25 por uno. De no revertirse esta realidad, la situación puede agravarse aún más a mediano plazo, si en los próximos diez años no se adoptan decisiones que posibiliten abrir 470 millones de nuevos empleos, según advierte la ONU. ¿Qué pasará con estas cifras si se desata la nueva guerra prometida?

Por Orlando Ruiz Ruiz

Amargos contrastes marcan la realidad de nuestros días. Mientras los gastos militares a escala planetaria aumentaron alrededor de un 50% en la última década, el número de desempleados ha llegado hoy a los 211 millones de personas sin la posibilidad de trabajar, la cifra más alta de la historia.
Aun cuando se asegura que la pobreza extrema puede haberse reducido en un 21%, los 500 individuos más ricos del mundo reciben mayores ingresos que los 416 millones de personas más pobres, según registro del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Un reporte noticioso reciente da cuenta de la advertencia de la ONU: “la situación de la pobreza puede agravarse aún más a mediano plazo, si en los próximos diez años no se adoptan decisiones que posibiliten abrir 470 millones de nuevos empleos”.
De acuerdo con análisis de la organización mundial, la relación empleo-población, que había aumentado del 58 % al 61 en el lapso 1998-2008 cayó a un 60 % el año pasado, mientras que los trabajadores pobres se incrementaron del 7 % al 8 entre 2008 y 2009.
Mientras esto ocurre, por cada dólar que se invierte contra la pobreza y en beneficio de la garantía de trabajo se gastan diez en armas por el conjunto de las naciones, sin contar que el grupo de las ocho economías más desarrolladas del mundo dedican cuatro veces más, y solo una de ellas, Los Estados Unidos de Norteamérica, multiplica por 25 sus gastos destinados a la guerra.
Un ejemplo reciente ilustra la falta de voluntad de los países desarrollados para revertir esta realidad. Durante las cumbres del G-8 y el G-20, celebradas la pasada semana en Canadá, se gastaron alrededor de mil 400 millones de dólares, solo en seguridad y otros menesteres vinculados a la atención a los mandatarios asistentes.
Con el dinero empleado en estas citas presidenciales se podría financiar una parte de la ayuda a las familias pobres y así evitar la muerte de más de 48 mil madres y 840 mil lactantes, según cálculos realizados por la agencia DPA. Del mismo modo se podría lograr que más de 50 millones de personas tuvieran acceso a fuentes de agua potable.
Según cifras proporcionadas por organizaciones humanitarias, el gasto injustificado en las cumbres del G-8 y el G-20 serviría también para evitar casi 10 millones de abortos y 25 millones de embarazos no deseados, o conseguir, por ejemplo que en una nación como el Congo ocho millones de niñas vayan cinco años a la escuela.
Desde ahora hasta el 2015, cuando la ONU hipotéticamente pensaba cumplir las llamadas Metas del Milenio (disminución de la pobreza, mortalidad infantil, alfabetización…) se estima que morirán un millón 200 mil menores de cinco años por causas relacionadas con la crisis económica; pero, me pregunto, ¿cuantos perderán la vida, además, si las apetencias imperialistas desencadenan una nueva guerra, ahora contra la República Islámica de Irán? ¿Cuánto del dinero necesario para preservar la vida se gastará en destruirla? Nadie puede calcularlo.

Noticias de primera plana



Por estos días en que el espectro informativo nos sorprende a cada minuto con goles prodigiosos y derrotas de campeones, matizados con amenazas de guerra, ajustes económicos y protestas masivas de trabajadores, hay noticias de una singular trascendencia apenas difundidas: Venezuela es reconocida por cumplir los Objetivos del Milenio y Cuba acaba de ser electa vicepresidente del Consejo de Derechos Humanos


Por Orlando Ruiz Ruiz


Crítica, hostilidad y condena fabricadas a la medida del criterio de Estados Unidos y la Comunidad Europea no han podido menguar el prestigio y reconocimiento alcanzados por naciones como Venezuela y Cuba en el ámbito mundial. Prueba de ello, la primera acaba de concitar el reconocimiento del Presidente de la Asamblea general de la Organización de Naciones Unidas, quien considera que el gobierno liderado por Hugo Chávez es un paradigma para los demás países respecto al cumplimiento de los Objetivos del Milenio.
Cuba, entre tanto, obtuvo por elección la vicepresidencia del Consejo de Derechos Humanos, principal órgano de la ONU especializado en la promoción y protección de este tema.
Al ser aclamada para ocupar tal cargo se premia a la Isla su amplia hoja de servicios a favor de las causas más nobles, y como expresa una declaración de la embajada cubana en Ginebra “constituye una rotunda respuesta de la comunidad internacional a la brutal campaña político-mediática anticubana, reforzada en los últimos meses”.
Resulta curioso que según la tercera edición del Índice Legatum de Prosperidad, publicado hace poco y que clasifica a 104 países según su nivel de bienestar, prosperidad económica y calidad de vida, Venezuela ocupe el puesto 74. Y esta evaluación mentirosa tiene en cuenta entre otros aspectos educación, salud, libertad personal y capital social, elementos considerados clave en el cumplimiento de las metas del milenio que acaba de reconocérsele a la nación suramericana.
A estos importantes avales que hacen justicia a las dos naciones de Latinoamérica se suma también la evaluación contenida en El Estado Mundial de Madres 2010, de la ONG Save The Children, hecho público en mayo, y donde se expresa textualmente que Cuba es el país en desarrollo que ofrece mejores condiciones para la maternidad, por delante de Israel y Argentina.
Ante tal afirmación cabe preguntarse, ¿acaso no son la protección de la madre y el niño un derecho humano esencial? Muchos países de Occidente no merecieron este aval.
Valdría la pena que medios informativos, como por ejemplo el diario español El País, se hicieran eco de estas noticias, pero la hazaña de los pobres no tiene trascendencia en páginas consagradas a divulgar las arbitrariedades del Parlamento Europeo y la condena a Cuba por “violar derechos de las personas”.
En medio del más brutal bloqueo económico de la historia, la Isla antillana ha logrado tener más médicos per cápita que ningún país del mundo y ofrece educación universal y gratuita para todos sus ciudadanos sin restricciones selectivas, incluidos los mercenarios que bajo la paga de una potencia extranjera se hacen pasar por opositores. Junto a Venezuela y otras naciones del continente, Cuba impulsa campañas sanitarias y educacionales sin precedentes en el mundo. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América ha abierto una puerta ancha a la esperanza y es hoy la certeza de un nuevo amanecer de justicia, independencia y bienestar, a despecho de las mentiras de cualquier campaña mediática. Cuba y Venezuela han sido sus inspiradores.