jueves, 23 de febrero de 2012

No nos interesan esos valores democráticos

La desigualdad social fuera de todo límite; los recortes al sistema de salud;  la acumulación de grandes riquezas producto de la explotación más despiadada; el saqueo de otras naciones; la brutalidad policial y la discriminación de todo género que imperan en Estados Unidos nunca formarán parte de los conceptos de la  sociedad cubana
Ileana Ross vuelve a destilar su odio contra Cuba
Orlando Ruiz Ruiz
Hace apenas unos días, ante el reclamo de las naciones integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de  Nuestra América (ALBA), que exigen la presencia de  una delegación de Cuba en la Cumbre de las Américas, fijada para abril próximo en Colombia,  el portavoz del Departamento de Estado encargado de los asuntos de la región latinoamericana, William Ostick, declaraba: “el país antillano no cumple con los requisitos para participar en esta reunión del sistema interamericano; su Gobierno tendrá que ajustarse a los valores democráticos y de derechos humanos por los que se rige la OEA”.
O sea, que Cuba deberá poner en práctica el mismo “ejercicio del derecho” que impera en los Estados Unidos para ocupar un asiento en este foro, por demás desprestigiado, dada  la postura de oídos sordos que en él asume la administración norteamericana ante las nuevas exigencias de una América Latina cada vez más independiente.
¿Será que acaso hay que practicar la discriminación que priva hoy a millones de personas de los beneficios del  servicios de  salud, como ocurre en cualquier estado de la Unión Norteamericana, o imponer salarios inferiores a las mujeres en igual puesto de trabajo que los hombres tal como se hace también en la nación más rica del mundo, para merecer un asiento en la mal llamada Cumbre de las Américas?
¿Se ha olvidado acaso el señor Ostick de la barbarie aplicada por su país en Abu Graib o la prisión de Guantánamo contra prisioneros sin juicio ni amparo alguno de la ley? ¿No le han informado que  hace poco, según averiguaciones de algunos medios de prensa, emigrantes cubanos que intentaban llegar a Estados Unidos y se había refugiado en ese último enclave estaban en huelga de hambre, porque, según denunciaron, han  sido violados sus derechos más elementales por el propio país  en que pretendían ser acogidos?
Tal parece que no son estadounidense los soldados que orinaron sobre los cadáveres de sus adversarios en Irak, protagonizando un hecho tan vergonzoso, brutal y violatorio de las más elementales  normas humanas que ni los más recalcitrantes medios de prensa han podido ocultarlo. ¿Será acaso un marciano y no un policía de Miami el que acaba de ser exonerado de culpa tras provocar inescrupulosamente la muerte cerebral a una joven a quien disparó en plena calle con una pistola eléctrica?
No obstante estos brutales atropellos contra su pueblo y  otras muchas acciones que desmoralizan cada día a Estados Unidos en diversos lugares del mundo, el 21 de febrero la presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes,  Ileana Ross-Lehtinen, dijo que el presidente Barack Obama debe “boicotear” la Cumbre de las Américas si Cuba es invitada, postura que confirma el irrespetó a las más elementales normas de la convivencia entre las naciones. No nos interesa para nada el derecho a violar todos los derechos.

“Tengo fe en las acciones populares”

Reflexiones de una entrevista pendiente y un encuentro de muchas voces con el teólogo que sustentó las posiciones más dignas de la iglesia latinoamericana


















Orlando Ruiz Ruiz
Cuando llegamos a la cita con Frei Betto, que debía producirse en la Escuela de Medicina Victoria de Girón, de La Habana, ya había transcurrido  el tiempo concedido por él para nuestro encuentro. Unl retraso imprevisto del transporte
 frustró la entrevista, privándonos de una oportunidad excepcional: dialogar cara a cara con  el eminente teólogo brasileño. Pero la desventura no cerró todas las puertas y un acontecimiento salvador vino en nuestra ayuda: asistir a la plática que sostuvo con numerosos estudiantes de su país  durante casi dos horas, y en el que también tuvimos la oportunidad de intervenir.
Se habló a palabra abierta de los males que afligen el mundo; de la desigual distribución de la riqueza;  de la influencia de los movimientos sociales, y no faltó la reflexión sobre el papel desempeñado años atrás por la Teología de la Liberación y por la iglesia latinoamericana de estos tiempos. También el sociólogo brasileño hizo un particular análisis en torno a  la destrucción lamentable de la naturaleza en que habitamos, sin que faltaran tampoco  en todo su discurso los temas propios de la fe y las anécdotas relacionadas con Fidel y la Cuba que tanto ama.
“Por todas partes los opresores tratan de confundirnos. Quieren hasta impedirnos que hagamos una lectura de la Biblia desde la óptica de los oprimidos, porque debe quedar claro que los ricos han hecho su interpretación de las sagradas escrituras a conveniencia y hay ediciones marcadas por el ideal de los explotadores, existen biblias conservadoras como las tenemos también progresistas”, dijo el intelectual brasileño.
Resuelto luchador por la paz, puso en oído de sus interlocutores una certera advertencia: “los conflictos armados solo interesan  hoy a los fabricantes de armas y a la extrema derecha; a causa de las guerras  y la industrialización  incontrolada la Tierra ha perdido el 30 % de su capacidad de regeneración”.
Luego, al ilustrar el alcance de la ambición sin freno de las grandes potencias, Frei Betto citó dos cifras. Mientras la FAO nunca ha recibido los 500 mil millones que se demandan para  alimentar a los hambrientos, los dueños de la riqueza “encontraron” en sus arcas  ocho trillones para salvar los bancos en quiebra, cifra equivalente a  nueve veces el Producto Interno Bruto de Brasil.
En una conmovedora confesión, Betto narró pasajes de sus cuatro años en prisión, rodeado de luchadores comunistas. “Tras las rejas, tanto unos como otros pudimos hacernos toda la autocrítica posible; además, allí tuve la ventaja de hablar del Gobierno a voz en cuello, sin peligro”.
Más adelante, preguntado acerca del fundamento de los procesos progresistas  existentes hoy en varios países de América Latina, respondió: “Han sido posibles solo porque parten de los movimientos sociales de raíz popular, indígenas o nacidos en las iglesias puestas al lado de las mejores causas. En Brasil, por ejemplo, el Partido de los Trabajadores y la obra emprendida por Lula y seguida por Dilma debe mucho a los movimientos religiosos”.
Al concluir exhortó a los estudiantes de medicina brasileños  que  manifestaron  preocupación por el rechazo del Colegio Médico de su país a la revalidación del título obtenido en Cuba: “Ustedes volverán con un diploma al que algunos allá no quieren darle valor, pero capacitados; únanse a los movimientos sociales, solo así podrán realizarse y hacer realidad sus aspiraciones. Tengo fe en las acciones populares; ahí  está la fuerza que nos permitirá vencer”.