sábado, 2 de octubre de 2010

Otra vez la garra peluda


Por Orlando Ruiz Ruiz

“El fondo del intento del golpe de Estado es atacar a los Gobiernos progresistas de América Latina; ningún país de la región está exento de sufrir una desestabilización. Por eso ayer la unidad fue total”, expresó en palabras de trascendental significado el canciller argentino, Héctor Timerman, ante la bárbara agresión a la democracia que buscó poner fin el pasado jueves en Ecuador al gobierno de Rafael Correa.
Y así ha ocurrido a través de la historia. Siempre que la acción revolucionaria ha tratado de quebrar la dependencia con el Norte y el sometimiento de nuestros pueblos a los designios de la prepotencia estadounidense, la garra peluda ha asomado oculta bajo los más disímiles ropajes.
Augusto César Sandino, Jacobo Arbenz, Omar Torrijos, Salvador Allende, Hugo Chávez, José Manuel Zelaya, por solo citar algunos, han sido víctimas, de un modo u otro y en distintos momentos, de la estrategia criminal trazada por Washington y ejecutada por los secuaces oligárquicos, que desde siempre han saqueado a nuestras naciones y que no se resignan a ver en calma cómo los pueblos se emancipan, impidiéndoles seguir con su tradicional apropiación de las riquezas que en nada han contribuido a forjar.
Pero lo más trascendental, y que se ha puesto de manifiesto ante la cavernícola acción contra el presidente Correa, ha sido precisamente esa “unidad total”; real, diría yo, de que hablaba el canciller argentino, materializada entre todos los países de nuestra área geográfica.
En la reunión de emergencia de los presidentes de los países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), celebrada la propia noche del golpe (jueves 30 de septiembre) en la capital argentina, los mandatarios integrantes de la organización regional dejaron a un lado sus divergencias internas y sus diferencias ideológicas para repudiar de manera contundente la sublevación contra Correa y advertir que no permitirán tentaciones desestabilizadoras en ninguno de nuestros países.
La declaración de Buenos Aires advierte que Unasur  "no tolerará bajo ningún concepto cualquier nuevo desafío a la autoridad constitucional ni intento de golpe al poder civil legítimamente elegido", en lo que deviene hecho sin precedentes que marca la pauta de un nuevo modo de encarar los desafíos a que están sujetas nuestras naciones del Sur si quieren de veras sobrevivir. Parece ser que nadie duda ya de que el peligro real existe.
En franca advertencia a quienes osen violentar la soberanía y la constitucionalidad de cualquiera de las naciones de Latinoamérica, hubo unanimidad en determinar que “en
caso de nuevos sucesos como los ocurridos en Ecuador, “adoptarán medidas concretas e inmediatas, tales como cierres de fronteras, suspensión del comercio, tráfico aéreo, provisión de energía y servicios".
La cita de Buenos Aires había sido convocada de urgencia por la presidenta argentina, Cristina Fernández, y su esposo, el ex gobernante Néstor Kirchner, en su calidad de secretario general de Unasur, apenas unas horas después del inicio de la intentona en Quito. Cancilleres de los países miembros de la Unión viajaron posteriormente a la capital ecuatoriana para expresar su respaldo a Correa.
Así quedaba concluido un capítulo del que los enemigos de la democracia deben sacar experiencia. Los caminos del golpismo comienzan a cerrarse, aun cuando en América Latina falte mucho todavía para consolidar la verdadera democracia, hacer de la unidad un hecho cotidiano y alcanzar la necesaria independencia para marchar hacia el desarrollo.

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