martes, 13 de diciembre de 2011

Producir y poner orden: nuestras principales riquezas

En una atmósfera de cambios sucesivos y prometedoras transformaciones, el país iniciará en breve su andar por un nuevo año bajo el signo de una Administración que ha puesto en primer orden la institucionalidad, una mayor autonomía financiera local, la disciplina productiva y el cumplimiento estricto de las regularidades económicas.

Orlando Ruiz Ruiz

Tras las rachas de un invierno que arrojó temprano sus borrascas sobre el Malecón habanero, diciembre transita con prisa entre el ajetreo de las calles de esta ciudad de bullicio, donde la gente común abre una sesión parlamentaria en cualquier esquina y el más común de los ciudadanos opina y discute sobre cuanto atañe a esta Isla, ya sea del último juego de beisbol o del previsible alcance de las medidas migratorias que, según la anticipación del juicio popular, casi siempre certero, deben eliminar restricciones obsoletas y cambiar el color de una diáspora que los enemigos de Cuba no han podido convertir en cuña para quebrar la solidez de esta unidad que nos ata a la tierra donde nacimos aunque habitemos del otro lado del mundo.

Ahora La Habana se ve distinta; el surgimiento del trabajo por cuenta propia que a algunos apegados al hermetismo de las doctrinas se les antojó el fin del Socialismo, ha traído consigo nuevas facilidades: variedad y diversidad de servicios que por sus características no podían ser ofrecidos por las empresas del Estado; mayores opciones al consumidor; pequeños mercados móviles que te acercan el producto al hogar, y la existencia de más ofertas que traen aparejado un accionar competitivo de los vendedores que a la larga hace mejorar la calidad para imponerse y abaratar los precios a quienes somos esencialmente consumidores.

A muchas personas antes ociosas o insatisfechas con la baja cuantía del salario que recibían, se les ve ante una modesta tarima donde ilustraciones sugerentes anuncian la compra venta de libros de uso, mientras otros ofertan en sus carritos novedosos y sencillos manjares que habían desaparecido de la gastronomía pública, sin contar los graciosos pregoneros de futas y flores, los colectores de materia prima, los reparadores ambulantes de cuanto en el hogar esté roto y aquellos, que sin perder el apego a las labores culturales o de índole profesional han devenido maestros repasadores, instructores de baile o artes plásticas, fisioterapeutas o sencillamente animadores de fiestas infantiles, payasos y mimos.

Mención aparte merecen quienes han asumido el duro y siempre prometedor oficio de labrador. Ya suman decenas de miles los nuevos agricultores, tan necesarios en un país donde hay tanta y tan buena tierra aguardando por las manos que la hagan producir. No por casualidad comienza a hablarse de una cosecha de café superior y de mejor calidad en el grano, como tampoco es un hecho fortuito el que la caña de azúcar vuelva por sus fueros gracias al buen hacer de las cooperativas, precisamente cuando el dulce eleva su cotización en los mercados internacionales. La presencia del frijol negro criollo, con cuya siembra algunos estrenaron su nueva vida campesina, comienza a hacerse cotidiana en los mercados y una amplia oferta de piña amarillea junto a la calabaza, la cebolla y las verduras de estación.

Hoy en Cuba se trabaja más; prevalece por doquier un espíritu emprendedor; los nuevos restaurantes en casas particulares, con el ofrecimiento de una gastronomía más cuidadosa, son acicate para los establecimientos de la empresa estatal. Súmese el aporte que han hecho a la estética urbana y la restauración de inmuebles antes poco cuidados, además de sus contribuciones al fisco que son de las que más dividendos ofrecen a las economías locales.

Pero no todo marcha con el orden y equilibrio requerido; todavía prevalecen trabas para el ordenamiento de una sociedad como la nuestra, acostumbrada a las trilladas y no siempre eficaces fórmulas impuestas por la burocracia que prolifera a la sombra de la extrema estatización. De todos modos, el quehacer activo que se respira por doquier es a todas luces un signo esperanzador; una atmósfera de cambios sucesivos y prometedoras transformaciones recibirá en todo el país el nuevo año, bajo el signo de una rigurosa Administración del Estado que ha puesto en primer orden, la institucionalidad, la disciplina productiva, una mayor autonomía financiera local y el cumplimiento estricto de las regularidades económicas.

lunes, 24 de octubre de 2011

Cerco, justificaciones y mentiras

Gráfica: Manuel Fernández Malagón









Una simple lectura a los principales instrumentos jurídicos promulgados por Washington para instrumentar el bloqueo revela cómo este impone restricciones al derecho de personas naturales o jurídicas de cualquier país a establecer vínculos con Cuba.



Orlando Ruiz Ruiz

Hoy martes 25 de octubre la Resolución 65/6 de la Asamblea General de las Naciones Unidas: Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba será sometida por vigésima vez en las últimas dos décadas a la consideración de los actuales 196 Estados miembros permanentes de la Organización Mundial.

Ante los barruntos de una nueva derrota, como ha ocurrido en 19 votaciones anteriores desde 1992, los representantes del Gobierno norteamericano intensifican su tenebroso accionar en todo el mundo con el propósito de justificar, parapetados en una sarta de engañosos argumentos, la “necesidad” de mantener el cerco económico sobre la Isla.

Pero la propia historia de este abominable asedio descaracteriza a sus promotores. Las mentiras comenzaron con el pretexto mismo que esgrimieron ante la opinión pública mundial para iniciar la aplicación de tan arbitraria medida y solo se han modificado según la conveniencia del momento, a fin de evadir las denuncias por el daño que causa a un país soberano desde hace más de medio siglo.

Primero alegaron la supuesta pertenencia de Cuba al eje chino-soviético; le siguió entre los principales pretextos la llamada exportación de la Revolución a la América Latina y luego la presencia de tropas cubanas en África, que ayudaron a preservar la independencia de Angola, conquistar la de Namibia y derrotar al oprobioso sistema de apartheid imperante en Sudáfrica.

Desde hace dos décadas, al perder fundamento estas “razones”, esgrimen una presunta e hipócrita preocupación por los derechos humanos en la Isla del Caribe, cuando el cerco que imponen a la vida de los cubanos es precisamente la más brutal y generalizada violación de los derechos humanos aplicada a pueblo alguno, motivo por el cual califica como un delito de genocidio, según lo preceptuado en la Convención adoptada por la ONU en Ginebra en 1948.

Para confirmar el carácter transgresor del derecho presente en las acciones del bloqueo estadounidense, basta remitirse al memorando gubernamental del 6 de abril de 1960, ya desclasificado, en el que se fundamenta este con el declarado propósito de destruir la Revolución cubana mediante el hambre, la desesperación y el desaliento que, según calcularon sus promotores, tal política podría provocar.

Otra mentira no menos burda de los gobernantes de Estados Unidos es la afirmación de que el asedio económico, comercial y financiero constituye un asunto bilateral entre ese país y Cuba, tesis que esgrimen con el pretendido fin de no conceder legitimidad al debate del tema en la Asamblea General de las Naciones Unidas u otros foros internacionales. Pero el engaño se advierte en su probado carácter extraterritorial, atentatorio de la soberanía de todos los Estados del orbe, además de violar numerosos principios y normas del Derecho Internacional, incluida la propia carta de la ONU.

Una simple lectura a los principales instrumentos jurídicos promulgados por Washington para instrumentar el bloqueo revela cómo este impone restricciones al derecho de personas naturales o jurídicas de cualquier país a establecer vínculos con Cuba.

Esta ilegal práctica ha sido reforzada a partir de la última década del pasado siglo, sobre todo con la promulgación de la Ley para la Democracia Cubana o Ley Torricelli, en 1992, y de la Ley para la Solidaridad Democrática y la Libertad Cubana, conocida como Ley Helms-Burton, en 1996.

El recrudecimiento del bloqueo en lo tocante a las regulaciones en asuntos que competen a otros Estados se hizo aun más patente a partir de que, con la desintegración en 1991 de la antigua Unión Soviética desapareció el mundo bipolar que ponía freno a las apetencias imperiales.

La administración del presidente Barack Obama ha impuesto en menos de dos años alrededor de mil 100 millones de dólares en multas a individuos, empresas y bancos por realizar operaciones con Cuba prohibidas por el bloqueo, cifra que supera con creces el monto de las castigos que otras administraciones estadounidenses han aplicado por esa causa.

Los tentáculos del cerco anticubano, cada vez más extendidos hacia el resto de las naciones, evidencian así que las pretensiones de dominación mundial de los Estados Unidos no solo se mantienen, sino que se intensifican.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Los matices de la pobreza

En Cuba no hay desnutrición infantil ni ancianos tirados por doquier en los rincones. Nadie ha visto a un solo niño que duerma en los parques, y organizaciones sanitarias internacionales evaluaron hace poco a este país como el de mayor seguridad para el desarrollo de la maternidad y el ulterior bienestar de la madre y el pequeño.

Orlando Ruiz Ruiz
A finales del pasado invierno, en una crónica de contrastes amargos que escribí en La Rioja, reflexionaba sobre la impresión que me había provocado una mujer harapienta, de rostro ajado y ojos suplicantes, que en medio del frío del atardecer esperaba a la puerta de un mercado por las limosnas de los transeúntes.
Yo había viajado a España sin más recursos que mi condición de periodista, gracias a la generosidad de una publicación amiga interesada en dialogar con reporteros cubanos sobre la realidad que en nuestro país se vive cada día, marcada por las mil y una privaciones que impone el resistir con independencia en una nación pobre que ha desafiado al más grande de los poderes mundiales.
En mi relato de aquel momento hacía manifiesta la pena de no poder satisfacer el reclamo de quien mendigaba ante mí. Ciertamente no disponía de dinero alguno, como ocurre por lo general a los profesionales cubanos invitados por instituciones de otros países. Sin embargo, pensé entonces en los matices de la pobreza y así lo deje patentizado en una de las líneas de mi trabajo. Aquella mujer riojana y yo éramos dos pobres diferentes, aunque ninguno de los dos tuviera siquiera unas monedas en el bolsillo. Finalmente me marché de España y no dije más, pero sabía que estaba en deuda con aquella reflexión y volvería a escribir sobre ella.
Hoy mis ojos tropiezan con la noticia: “Cuba es el único país de América Latina cuyos ciudadanos se encuentran entre las poblaciones con mejores resultados en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) no económico en la última década”.
Este indicador de Naciones Unidas tiene en cuenta tres aspectos: vida larga y saludable; educación (medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matrícula en educación primaria, secundaria y superior), y nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita).
Somos ciertamente pobres, y hay quienes aseguran que el ingreso promedio de nuestra población no sobrepasa los 20 dólares mensuales; sin embargo, ese afirmación no es del todo cierta. Ningún cubanólogo trasnochado dice, por ejemplo, que por el conjunto de consumos domésticos de electricidad, gas y agua en cualquier familia el gasto no sobrepasa el valor de tres dólares y que el ciudadano que amortiza en un banco el crédito que se le concedió para la obtención de la vivienda, de la que ya es propietario, solo paga el 14 por ciento de todo cuanto cobra por su trabajo, sin ser víctima de hipoteca alguna, como ocurre en buena parte del mundo.
No hay holgura económica; vivimos con estrechez; es limitada la posibilidad de obtener una vivienda o un automóvil, pero en Cuba no hay desnutrición infantil ni ancianos tirados por doquier en los rincones. Nadie ha visto a un solo niño que duerma en los parques, y organizaciones sanitarias internacionales evaluaron hace poco a este país como el de mayor seguridad para el desarrollo de la maternidad y el ulterior bienestar de la madre y el pequeño.
Yo no soy de los que ganan más, pero en mi despensa hay siempre un modesto alijo, al menos de arroz, granos y huevos que aun en estos tiempos de crisis adquiero subsidiados a precios muy bajos. Mi pan de cada día cuesta menos de medio centavo de dólar; no es excelente, pero llega a cada mesa, incluso a la de quienes disponen de mayores beneficios económicos.
Ahora en mi país nos hemos planteado el reordenamiento de la economía y la eliminación de gastos con los que no puede cargar el Estado; pero no desaparecerá nunca el subsidio que protege a los más desposeídos. La cartilla de racionamiento que más bien era dádiva generosa para todos los cubanos, comenzará a tener un tratamiento particularizado. Hasta el presente existía el subsidio a los alimentos, en lo adelante se subsidiará a personas, mientras quedarán exentos de este beneficio aquellos que no lo necesiten.
Así pues, los que en Cuba somos pobres no tenemos que mendigar como aquella mujer de La Rioja, que al igual que otros muchos ancianos en toda Europa, no dispone de protección social alguna y tienen como único techo el cielo de su patria.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Por la paz, el pan y las rosas

Por Orlando Ruiz Ruiz

El monumento habanero a los esposos Rosemberg



En un pequeño parque de La Habana que la luz tiñe de espléndido verde, allí donde la avenida Paseo quiebra su lisura en una colina y parece que abraza con su ancho cuerpo de asfalto a la calle Zapata, existe una obra de arte única por su significado en todo el mundo: el Monumento a los Esposos Rosemberg, un hombre y una mujer que vencieron con la pureza de su amor indestructible y su verdad la muerte injusta que les fue impuesta.

Sobre ladrillos rojos, los dos rostros de pureza infinita de la pareja mártir tal parece que nos convocan desde su quietud a continuar la lucha por la vida y la esperanza hasta conquistar un mundo mejor.

Esta bella estampa, evocadora de una historia triste, devenida a la vez condena y alerta, fue imaginada por la realizadora Estela Bravo y hecha realidad por el escultor José Delarra en 1983, cuando se cumplían veinte años del crimen.

La histeria anticomunista de la guerra fría, el auge del macartismo y el odio contra el campo socialista, no dieron perdón ni tuvieron piedad con los esposos Rosemberg. Acusados de conspiración para entregar el secreto de la bomba atómica a los soviéticos, fueron víctimas del fascismo norteamericano.

Al acercarse al monumento de sencillez impresionante, se descubre sobre el muro de ladrillos que representa la mazmorra donde Ethel y Julius estuvieron prisioneros antes de ser asesinados, la frase Por la paz, el pan y las rosas enfrentemos al verdugo. En este sitio de íntimo recogimiento siempre hay flores nuevas y es frecuente ver parejas de enamorados que contemplan callados y con las manos entrelazadas a los dos enamorados que no dejaron quebrantar su pasión en el amargo trance de una condena injusta.

viernes, 26 de agosto de 2011

Hambres nuevas y ladrones antigüos


Las decenas de miles de niños que han perecido en el Cuerno de África no han sido víctimas únicamente de la sequía y los conflictos internos, sino del sistemático saqueo de los recursos naturales y la falta de ayuda al desarrollo por parte de las grandes potencias.


Orlando Ruiz Ruiz

Cuando por estos días trasciende la triste noticia de que personas inescrupulosas, e incluso determinadas autoridades, roban parte de la comida que debe llenar los estómagos de millones de seres que en Somalia han llegado al límite del hambre, un comentario a propósito, de apenas siete líneas, estalla con estruendo amargo y llama mi atención sobre la pantalla azul del ordenador.

“Una de las mayores fuentes alimenticias de Somalia, la peces, fueron saqueados hace mucho tiempo por España, Italia y otros países europeos que ahora se rasgan las vestiduras ante la tragedia ocasionada aquí por la hambruna. Prácticamente eliminaron las especies en la periferia de esa nación africana, gracias a la captura indiscriminada y la industrialización del pescado. Si no hubieran hecho esto, ni siquiera sería necesaria la ayuda. Ese ha sido el verdadero y más criminal robo”.

Los 29 mil niños somalíes menores de cinco años que ya han muerto en el período de agudización de la hambruna y las decenas de miles que han perecido en toda la etapa precedente, no han sido víctimas únicamente de la sequía y los conflicto internos en el Cuerno de África, sino del sistemático saqueo de los recursos naturales y la falta de ayuda al desarrollo por parte de las grandes potencias.

A los grandes saqueadores internacionales de siempre se suman ahora los truhanes locales formados en el espíritu de los antiguos amos coloniales. En mercados de Mogadiscio aparecen grandes cantidades de alimentos a la venta en sacos con las siglas del PMA y otras agencias internacionales de ayuda.

Un funcionario somalí, con un amplio conocimiento de la comercialización, informó que a su juicio ha sido robada una enorme cantidad de comida, casi hasta la mitad de los envíos de asistencia.

El PMA reconoció -por primera vez- que lleva dos meses investigando el robo de alimentos en el país casi anárquico, un preocupante indicio de que empresarios ladrones están minando la asistencia internacional contra el hambre.

En un dato que subraya la falta de seguridad a través de la cadena para la distribución de los alimentos, la comida donada ni siquiera está a salvo cuando ha sido entregada a las personas necesitadas en los campamentos improvisados que brotan en la periferia de la capital Mogadiscio.

Informaciones recientes daban cuenta de que varias familias en el extenso campamento de Badbado señalaron que con frecuencia son obligadas a devolver la ayuda después de que los periodistas les toman fotografías con ella. El campamento, donde diversos grupos humanitarios reparten los víveres, está bajo la responsabilidad del gobierno.

"Nos dicen que la guardarán para nosotros y nos obligan a darles nuestra comida", expresó el refugiado Halima Sheikh Abdi. "No podemos negarnos a cooperar porque si nos negamos, nos obligarán a salir del campamento, y entonces uno no sabe qué hacer y qué comer. Eso ya le ha pasado a mucha gente".

Así, la tragedia no solo está sujeta a los potenciales beneficios de la ayuda internacional y los perjuicios del desvío de alimentos producto del robo sistemático, sino a problemas mucho más profundos, que han ido minando la infraestructura social, la política y el gobierno de naciones como Somalia, donde los que hoy envían comida hace mucho se llevaron la riqueza. Las bases de sustentación de la vida humana han desaparecido en estos territorios.

domingo, 12 de junio de 2011

Juegos pisoteados

Son muchos los hechos que muestran cada día la inseguridad y el riesgo de que son víctimas los niños. Las guerras de conquista desatadas en la última década han provocado dos millones de muertes infantiles, según registros del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)


Orlando Ruiz Ruiz

Por estos días, cuando en un foro de amplio debate el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas pasa revista a la realidad de la infancia en el planeta en que habitamos, es rayana hipocresía la enumeración que hacen representantes de algunos Gobiernos sobre supuestos avances a nivel global en el mejoramiento de la vida de los menores.

Los hechos y las cifras evidencian que no hay realmente un sentimiento universal de defensa del derecho y la protección de los niños. Prueba de ello es que ni siquiera una cuarta parte de los recursos prometidos han llegado a Haití para salvar de la muerte a las decenas de miles que actualmente viven sin techo, a merced de las condiciones naturales, la carencia de alimentos y la insalubridad.

Ninguna acción concreta se conoce que hayan realizado quienes tienen la posibilidad de aliviar la situación de extrema precariedad que sufren los infantes en los campos de refugiados saharauies, y solo algunas voces –entre ellas la de Cuba- condenan con energía en los foros internacionales la masacre de que son víctimas los menores y toda la población Libia, como lo han sido antes los palestinos, iraquíes y afganos.

Tal realidad está imbricada en la contradicción principal de nuestra época. La sociedad contemporánea tiene a su alcance en la actualidad mayor disponibilidad de recursos que nunca antes, pero cuantifica la mayor cifra de hambrientos de la historia. Al respecto, numerosos estudiosos afirman que existen potencialidades para asegurar alimentación, salud y bienestar a una población mucho mayor que la existente en el planeta, solo que el actual régimen de inequidad social e injusta distribución de la riqueza lo impiden.

Son muchos los hechos que muestran cada día la inseguridad y el riesgo de que son víctimas los niños. Las guerras de conquista desatadas en la última década han provocado dos millones de muertes infantiles, según registros del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF); otros 4 millones han quedado discapacitados, mutilados, ciegos o han sufrido lesiones cerebrales; al menos 5 millones se han convertido en refugiados y 12 millones más se han visto desarraigados de sus comunidades. Súmese que un número aun mayor ha sufrido un deterioro de su salud, nutrición y educación como resultado de los daños a las cosechas, viviendas, centros de salud y escuelas a causa de los conflictos.

Pero esta tragedia va mucho más allá de las fronteras donde se escenifican las contiendas bélicas. En los Estados Unidos de América “la falta de cobertura médica adecuada pudo haber contribuido a la muerte de unos 17 mil niños a lo largo de las dos últimas décadas”, según un estudio del Centro Infantil del hospital Johns Hopkins, de la propia nación que se sitúa a la cabeza de las economías del mundo.

El tema del derecho y protección de los pequeños revela un dramático contraste; mientras en países ricos se hace visible el desamparo infantil, programas de atención a los menores y servicios de salud y educación universales y gratuitas hacen que, por ejemplo Cuba, la nación que ha sido víctima del bloqueo económico más prolongado de la historia, y que ha sido sometida por los poderes dominantes a una economía de subsistencia, tenga hoy el más alto reconocimiento de la UNICEF en este campo a nivel mundial.

El representante de la organización de ONU en la Isla, Juan José Ortiz, ha dicho a propósito de la 57 sesión del Comité de Derechos del Niño, que “en medio de crisis internacionales, enormes daños por el paso de varios huracanes en 2008 y los retos que suponen los nuevos lineamientos económicos cubanos, la prioridad del trabajo con la niñez es absoluta”.

Las razones para este reconocimiento internacional tienen un fundamento claro: más del 50% de los gastos corrientes del presupuesto estatal son destinados por el Gobierno de la Isla a la salud, educación, asistencia, seguridad social y cultura, cuando en una buena parte de las naciones se multiplican los recortes en estas áreas con el consiguiente abandono a la infancia.

No es la precariedad económica de los Estados la razón principal que impone a los niños a vivir sin derechos ni bienestar; es la falta de voluntad política prevaleciente en los regímenes donde imperan las reglas despiadadas del capital y el mercado.

sábado, 7 de mayo de 2011

Los candados de la desesperanza




Cuando las alternativas de una vida mejor han desaparecido, imaginar caminos en lo incierto hace al ser humano aferrarse a la fantasía



Orlando Ruiz Ruiz

En Logroño, la ciudad española donde hace más de dos siglos la riqueza que trae consigo la vendimia es supuesta garantía de bienestar para todos sus moradores, despertó mi atención, junto a sus bodegas con subterráneos de leyenda y sus calles de bares pintorescos, la proliferación de un singular ornamento: los candados.

En las barandas metálicas de los puentes se exhiben centenares de estos objetos, sujetos al acero como para no dejar escapar la esperanza. Algunos cuentan que es un detalle de las parejas enamoradas; otros, con más objetividad, aseguran que con tal acción los jóvenes tratan de aferrarse así, de modo simbólico, al existir en una sociedad donde sus ilusiones se desvanecen.

Las razones para tal deducción están claras. Cada año en la pequeña capital de la comarca riojana más de mil mujeres y centenares de hombres se ven obligados a ejercer la prostitución para sustentarse, merced a los dueños de prostíbulos que obtienen de ganancia varios cientos de miles de euros anuales.

Pero no es únicamente el meretricio indeseado el mal que aflije a la población riojana. Más de 4 mil personas fueron identificadas aquí como sin hogar solo en el 2010, en lo que representa una de las cifras más altas de la década, según lo denuncia de un periódico local. A la vez que dentro de esta población marginada, que cada vez tiende a hacerse más joven, las drogas van ganando terreno cada vez más.

Al respecto una reportera de Rioja2.com ha dicho: “Las personas sin hogar son la nada dentro del todo, son la fisura que viene a recordarnos que nuestra estructura social, calidad de vida, bienestar… por sólidos que a veces puedan parecer, tiene fallos”.

La cifra de los que no disponen de un techo incluye a temporeros que tras la vendimia se encuentran fuera de su lugar de origen, sin trabajo y sin recursos, y también a una población fija de ciudadanos que por causas familiares u otras razones han tenido que abandonar el lugar donde habitaban. Investigadores sociales hablan de 30 mil personas sin hogar en toda España. De esta cifra unos tres mil son madrileños; dos mil se mueven en las calles de Barcelona; mil 100 en Valencia y 400 en Zaragoza.

Para ocultar la desfavorable imagen, de continuo se hace un conveniente “lavado de cara” en los núcleos urbanos: en las plazas van despareciendo bancos y en las paradas de autobuses las marquesinas y otros potenciales cobijos, de modo que estas personas no puedan dormir en ellos. Por ejemplo, la mayor parte de los sin hogar que residen permanentemente en la ciudad de Logroño se refugian en chabolas y edificios industriales fuera del centro urbano. Según testimonio de la reportera Eva Carmen del Río, esta ausencia reduce, erróneamente la idea del conjunto de ciudadanos sin hogar a la imagen del mendigo.

El Ayuntamiento riojano ha habilitado un albergue municipal, como en otros lugares de la península, que permite a algunos de estos sujetos víctima del desamparo alimentarse y protegerse del frío invernal, que puede descender a menos de cero en Logroño. Pero tal acción está muy lejos de las medidas que se requieren para devolver el bienestar y las seguridad a los sin techo. Hay que cambiar las reglas del sistema que excluye a los desposeídos, dejándolos sin posibilidades de existir dignamente, aun en ciudades como Logroño, donde a despecho de su riqueza vinícola, falta el trabajo y la auténtica seguridad social medra en el olvido.

Quizás muchos de los candados sujetos al puente del Ebro los hayan puesto jóvenes abandonados por la sociedad en que les toco nacer y donde son víctimas del desempleo y la pobreza más honda. Es la única forma que encuentran de aferrarse a la vida.

lunes, 11 de abril de 2011

Abril no es mes para olvidar


La proverbial desmemoria de nuestro enemigo lo hace delirar de nuevo, precisamente por estos días, en que bien pudiera llamarse a la reflexión ante la infranqueable fortaleza del pueblo cubano. Ahora trata de agredirnos con otras armas, pero olvida que en Cuba hay un pueblo que ha sido capaz no solo de enfrentarse a su ejército mercenario y a terroristas de toda laya entrenados por la CIA, sino también al bloqueo económico y a la guerra de desinformación y mentira más prolongada de la historia.


Por Orlando Ruiz Ruiz

En este año en que los recuerdos tocan en el gong anunciador de un nuevo abril, los cubanos viriles de hace cinco décadas, y los de ahora no menos dignos, asistimos a una de las fiestas mayores de la Patria: celebramos en la plaza de la Revolución el medio siglo de la victoria de Girón, cuando por primera vez el Imperialismo norteamericano mordió el polvo de la derrota en tierras de América.

Los mercenarios que osaron poner sus botas sobre las arenas de la Bahía de Cochinos anduvieron poco trecho. Sus sueños de reconquistar la Perla del Caribe quedaron muy pronto truncos ante los fusiles del pueblo miliciano que no se dejó arrebatar las conquistas alcanzadas el primero de enero de 1959. Las huestes del Tío Sam entrenadas solo para matar y saquear se desmoralizaron muy pronto ante un ejército de hombres humildes con moral y coraje de gigantes.

Pero quizás lo más aleccionador de los sucesos de Girón fue que estos soldados de fortuna, tras escenificar el irrisorio espectáculo de andar en largas filas con las cabezas gachas bajo la custodia de los milicianos que los había vencido, fueron cambiados por alimentos para niños. Nunca quisimos como reos a esta escoria; era preferible que retornaran a su guarida natural: los Estados Unidos de América.

Sin embargo, la proverbial desmemoria de nuestro enemigo lo hace delirar de nuevo, precisamente por estos días, en que bien pudiera llamarse a la reflexión ante la infranqueable fortaleza del pueblo cubano, que ha sido capaz no solo de enfrentarse a su ejército mercenario y a terroristas de toda laya entrenados por la CIA, sino también al bloqueo económico y a la guerra de desinformación y mentira más prolongada de la historia.

Sucede que el senador John Kerry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, acaba de condicionar el desembolso de 20 millones de dólares adicionales al enorme monto ya aprobado para programas de subversión en Cuba a una “revisión plena” de esos proyectos, presentados con el eufemismo de “pro democracia”.

El político reconoció que este tipo de programas ha costado 150 millones de dólares al contribuyente norteamericano y solicitó que la Oficina de Supervisión del Congreso (GAO, por sus siglas en inglés), que ha investigado el fraude y abuso de esos programas en el pasado, realice otra investigación “sobre la base legal y la eficacia de esas operaciones”.

De todos modos, el gobierno de Obama ha destinado otros 20 millones para este año, asignados a supuestos disidentes, blogueros y twiteros, que los reciben a través de intermediarios contratados por las propias autoridades norteamericanas o grupos contrarrevolucionarios de Miami.

Ahora el combate es en otras arenas, pero para él también nos hemos entrenado. Desde aquel abril en que trataron de derrotar la Revolución hemos aprendido mucho de sus diversas formas de ataque. Es nuestro propio enemigo quien nos ha proporcionado siempre las armas; en Girón les arrebatamos los fusiles, en el presente nos haremos dueños de sus propias estrategias, más preparados y con la misma moral que supimos vencerlos hace medio siglo.