viernes, 26 de agosto de 2011

Hambres nuevas y ladrones antigüos


Las decenas de miles de niños que han perecido en el Cuerno de África no han sido víctimas únicamente de la sequía y los conflictos internos, sino del sistemático saqueo de los recursos naturales y la falta de ayuda al desarrollo por parte de las grandes potencias.


Orlando Ruiz Ruiz

Cuando por estos días trasciende la triste noticia de que personas inescrupulosas, e incluso determinadas autoridades, roban parte de la comida que debe llenar los estómagos de millones de seres que en Somalia han llegado al límite del hambre, un comentario a propósito, de apenas siete líneas, estalla con estruendo amargo y llama mi atención sobre la pantalla azul del ordenador.

“Una de las mayores fuentes alimenticias de Somalia, la peces, fueron saqueados hace mucho tiempo por España, Italia y otros países europeos que ahora se rasgan las vestiduras ante la tragedia ocasionada aquí por la hambruna. Prácticamente eliminaron las especies en la periferia de esa nación africana, gracias a la captura indiscriminada y la industrialización del pescado. Si no hubieran hecho esto, ni siquiera sería necesaria la ayuda. Ese ha sido el verdadero y más criminal robo”.

Los 29 mil niños somalíes menores de cinco años que ya han muerto en el período de agudización de la hambruna y las decenas de miles que han perecido en toda la etapa precedente, no han sido víctimas únicamente de la sequía y los conflicto internos en el Cuerno de África, sino del sistemático saqueo de los recursos naturales y la falta de ayuda al desarrollo por parte de las grandes potencias.

A los grandes saqueadores internacionales de siempre se suman ahora los truhanes locales formados en el espíritu de los antiguos amos coloniales. En mercados de Mogadiscio aparecen grandes cantidades de alimentos a la venta en sacos con las siglas del PMA y otras agencias internacionales de ayuda.

Un funcionario somalí, con un amplio conocimiento de la comercialización, informó que a su juicio ha sido robada una enorme cantidad de comida, casi hasta la mitad de los envíos de asistencia.

El PMA reconoció -por primera vez- que lleva dos meses investigando el robo de alimentos en el país casi anárquico, un preocupante indicio de que empresarios ladrones están minando la asistencia internacional contra el hambre.

En un dato que subraya la falta de seguridad a través de la cadena para la distribución de los alimentos, la comida donada ni siquiera está a salvo cuando ha sido entregada a las personas necesitadas en los campamentos improvisados que brotan en la periferia de la capital Mogadiscio.

Informaciones recientes daban cuenta de que varias familias en el extenso campamento de Badbado señalaron que con frecuencia son obligadas a devolver la ayuda después de que los periodistas les toman fotografías con ella. El campamento, donde diversos grupos humanitarios reparten los víveres, está bajo la responsabilidad del gobierno.

"Nos dicen que la guardarán para nosotros y nos obligan a darles nuestra comida", expresó el refugiado Halima Sheikh Abdi. "No podemos negarnos a cooperar porque si nos negamos, nos obligarán a salir del campamento, y entonces uno no sabe qué hacer y qué comer. Eso ya le ha pasado a mucha gente".

Así, la tragedia no solo está sujeta a los potenciales beneficios de la ayuda internacional y los perjuicios del desvío de alimentos producto del robo sistemático, sino a problemas mucho más profundos, que han ido minando la infraestructura social, la política y el gobierno de naciones como Somalia, donde los que hoy envían comida hace mucho se llevaron la riqueza. Las bases de sustentación de la vida humana han desaparecido en estos territorios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario